No hacía falta cruzar nuestras miradas,
la energía fluía, estaba ahí.
Sin buscarlo, sin hacer nada más que estar,
nos envolvía,
prendiéndonos fuego sin mirarnos,
o tal vez mirándonos demasiado,
en secreto,
sin que lo notaras,
aunque lo sabías.
Queriendo llamar tu atención con una risa casual,
mirándote cuando no me miras.
Así de cobardes somos,
de indecisos,
de inseguros,
de enamorados,
de humanos.
m.